'Pequeña Miss Sunshine', dando ejemplo
Sinceramente, esperaba muy poco de ‘Pequeña Miss Sunshine’. Me había alcanzado la habitual desgana tan típica y lógica que se produce cuando ves una serie de películas con rasgos similares que resultan ser tan aburridas como tópicas y, lo peor, pretenciosas. Sin embargo, a la salida de la sala, tras disfrutar inesperadamente con esta adorable ‘Pequeña Miss Sunshine’, me inundaba esa sensación tan extraña que te hace respirar de otra forma, contemplar las cosas desde otro enfoque, me sentía tan entusiasmado como los protagonistas de la película. No dura mucho, desgraciadamente, pero eso ya es otra cuestión. Lo que importa es que ‘Pequeña Miss Sunshine’ es una comedia vitalista contagiosa, con un estupendo guión que intenta alejarse de lo que se ha hecho últimamente, y eso es muy de agradecer.
‘Pequeña Miss Sunshine’ (‘Little Miss Sunshine’) se centra en los Hoover, una familia de lo más particular compuesta por el abuelo drogadicto, el padre que ha creado un curso sobre cómo tener éxito y no ser un fracasado, la madre que hace de “puente” de todos, el tío (hermano de ella) que se recupera de un intento de suicidio al ser abandonado por su novio, el hijo adolescente que lee a Nietzsche y se niega a hablar hasta que no sea piloto (pero escribe mensajes en una libreta), y la hija pequeña Olive, gafotas y con barriguita, que quiere ser una joven belleza. Un golpe de fortuna hace que Olive sea invitada a participar en el concurso de ‘Pequeña Miss Sunshine’ en California, por lo que toda la familia Hoover, por diferentes razones, tendrán que acompañarla, subidos a una destartalada furgoneta que sólo causará problemas.
Recuerdo que cuando vi el trailer de esta película tuve una reacción muy
similar a la que argumenta mi compañero Red en su
crítica, calificándola de pequeña (por el título, claro); a
diferencia de él, como ya digo, sólo lo pensé antes de verla. Después,
sólo puedo considerar a ‘Pequeña Miss Sunshine’ una
película grande, un film ejemplar en muchos aspectos y que todos esos
realizadores tan similares a Wes Anderson (de los pocos que aún
mantienen coherencia y estilo propio haciendo películas de este tipo)
deberían visionar repetidas veces, interiorizando una idea fundamental:
lo importante es cómo cuentas una historia. Resulta excelente el
tratamiento que dan en ‘Pequeña Miss Sunshine’ a las
rarezas humanas, a esos personajes inadaptados que tratan sin
posibilidad alguna, consciente o inconscientemente, de ser como los
demás. A diferencia de otras películas, de bajo nivel, donde la ‘gracia’
está en reírse con las particularidades (anormales) de los personajes y
ver lo torpes que son, aquí los protagonostas son personajes ‘raros’
pero tanto como podría serlo cualquiera de nosotros. Y la narración se
preocupa de que así se vea desde el principio, posándose la cámara de
forma que el espectador reconozca situaciones cotidianas, por mucho que
estén teñidas con el color de la ficción. ¿Quién no tiene
comportamientos que provocan una reacción de extrañeza en la persona que
tiene delante? ¿Y quién no oculta comportamientos con lo que se siente
cómodo por estar frente a personas que sabe que le rechazarían si lo
supieran? Pues claro, todos.
No me extraña en absoluto (ahora, claro) los premios recibidos en
Sundance y San Sebastián. Partiendo de un magnífico guión de Michael
Arndt, al que sólo se me ocurre criticarle un desenlace un tanto brusco
(que, bien pensado, puede ser culpa del montaje) y un escaso desarrollo
de algunas situaciones puntuales (que, de nuevo, pueden ser culpa del
montaje), los directores, Jonathan
Dayton y Valerie Faris,
despliegan una envidiable historia, emocionante, trágica, divertida,
como la vida misma. Todo ello gracias a un ritmo sensacional, que nunca
decae, tranquilo pero nunca lento, rápido cuando es necesario y pausado
cuando toca. La música siempre tiene un papel fundamental en este
sentido y sólo cabe aplaudir, al igual que en el apartado del montaje,
que, salvo las dudas planteadas más arriba, ayuda mucho a contar una
película que, en manos equivocadas, podía haber resultado lentísima y
soporífera.
Pero si algo destaca por encima de todo en ‘Pequeña Miss
Sunshine’ es su reparto y lo extraordinariamente bien que están
todos. La familia Hoover está interpretada por Alan Arkin, en el papel
del abuelo drogadicto que se encarga de enseñar a la pequeña el baile
que debe realizar en el concurso que da título a la película (un baile,
por cierto, impagable que provoca incluso ganas de unirte a la fiesta); Greg Kinnear, como el
padre de la familia, el único que se engaña a sí mismo pensando que aún
está del bando de los ganadores, de los triunfadores, tratando de
‘contagiar’ al resto de su familia, pero rindiéndose, poco a poco,
inevitablemente, a su verdadera realidad; Toni Collete, como la
madre de la familia, el polo opuesto al personaje de Kinnear, y el
verdadero soporte donde se apoyan los demás, es el pegamento que une la
familia; Steve Carell,
que hace del hermano gay del personaje de Collete, que se recupera de un
intento de suicido en el seno de esta familia tan particular, aportando
sus rarezas individuales pero, sobre todo, un punto sarcástico
sensacional (de hecho, este personaje es uno de los que más carcajadas
provoca, por la extrema facilidad de Carrell para la comedia, como ya ha
venido demostrando anteriormente); Paul Dano, en un papel que
podía caer muy mal, por ser uno de esos adolescentes cabreados que no
quieren relacionarse con nadie, pero que cae muy bien, por esa cercanía
que emite el guión, a la que me he referido antes, y que hace que todos
los personajes nos parezcan casi como sacados de nuestra propia familia,
llegando, en el caso de Dano, a un punto cumbre en la escena en que
sale de la furgoneta y… vale, vale, me callo; y, por último, la pequeña Abigail Breslin, una niña
tremendamente encantadora, todo un acierto de casting (todos los
actores son un acierto, pero en este caso aún más) que provoca la
sonrisa en el espectador cada vez que aparece en escena, resulta
imposible no querer darle el premio del concurso final, más aún cuando
se ve lo que tiene preparado. Si hubiera un Oscar al mejor reparto, en
conjunto, se lo tendrían que dar, sin discusión, a ‘Pequeña Miss
Sunshine’.
En resumen, ‘Pequeña Miss Sunshine’ es un alegre y
divertido cuento sobre un grupo de inadaptados que focalizan sus
esperanzas en la participación de la más pequeña en un concurso de
belleza y talento infantil, todo un símbolo de lo más repugnante de esa
sociedad tan perfecta y maravillosa a la que todos “debemos” pertenecer
si no queremos ser etiquetados como fracasados. Una película ejemplar
que no debería perderse nadie. Si no puede ser en un cine, siempre está
el DVD.
Juan Luis Caviaro fuente
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